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Empezó desde muy chica…

Creo que todos nos relacionamos con esas dos palabras desde el inicio de nuestras vidas, y vamos abrazándolas o rechazándolas según sea el caso.

El hecho es que recuerdo estar con mis amigas, sacar tooodos los juguetes, y que después alguna me diga: “no quiero jugar, me voy”. Mi cara de shock era indescriptible, me quedaba llorando. Y otra vez, a juntar todo sola.

En el jardín de infantes, siempre me gustaba estar en el lugar donde estaba la “casita”, ordenaba, barría, cambiaba de lugar las cosas, etc. Hoy es parte de mi día a día (sobretodo lo de cambiar las cosas de lugar, mi marido “chocho” de la vida ¡jajaja!)

Fui creciendo, y trataba siempre de mantener mis cosas en orden, no salía al recreo sino ordenaba mis libros y todo en la mochila.

En la secundaria, seguí igual, lo cual me ayudó mucho para organizarme con todas las materias (aunque matemáticas nunca fue ni será mi fuerte, por más organización que tenga)

Al ponerme de novia joven, y proyectar un futuro matrimonio, me ayudó a mentalizarme en que pronto yo iba a ser la “ama de casa” de mi casa, y si, me generaba muchos nervios y preguntas:

¿Podré llevar adelante las tareas? ¿Podré aprender nuevas cosas? ¿Sobreviviremos?

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Gracias a Dios, me ayudó en todo, y pasamos ese primer año de casados con ¡victoria!

Cuando iba a casas de otras personas, siempre el comentario era el mismo: “con los hijos, todo cambia, ya vas a ver, vas a tener todo tirado”. Y yo me preguntaba: ¿Será así? Y me quedaba pensando en esa posibilidad, y me generaba ansiedad. De repente todo tirado y por todas partes, la casa hecha un caos, y demás, era lo que no me cerraba.

Por otra parte, conocer personas que tienen hijos, y mantienen todo relativamente ordenado, me dio ánimos. ¡Se puede! me decía a mi misma, ¡Se puede!

Llegó el pequeño y al principio si fue un caos, y ¡hay días que lo son más que otros!

Días en que quedan platos sin lavar de la noche anterior, días en los que no barro, días en los que me da pereza limpiar el baño, y sin mencionar la bañera (¡un tema aparte!).

Lo que intento decir al contarte esto, es que me parece que como todo en la vida, son las decisiones las que hacen la diferencia. Creo que se podría resumir en “decisiones” y “persistencia”. Dos palabras claves. Tomar buenas decisiones y tener persistencia en llevarlas a cabo. Y así quizás poco a poco, podamos ir dando forma a nuestro hogar y más aún, a la vida que queremos vivir.

Hoy a mis 28 años, sigo aprendiendo y creo que ésa es la clave

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Estar en contacto con personas que comparten sus tips, preguntas, desafíos, luchas, etc. con respecto a estos y otros temas, porque pienso que quien deja de aprender poco a poco se deja morir.

No sé todo, ni aspiro a saber todo, sino a seguir aprendiendo más. Hay días que puedo ordenar/limpiar y días que no, y está perfecto así. ¿Para que sumar más estrés a la vida?

Como dice el dicho: “todos los días se aprende algo nuevo” y aquí me encuentro, queriendo saber más y más 🙂

¡Gracias por leerme!

Si te gusto, compártelo con tus amigos y familia.

Si te animas, cuéntame un poco de ti en los comentarios.

—Nos Leemos—

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4 thoughts on “Mi historia con el *Des*Orden*”

  1. Que bueno que puedas compartir a traves de este medio tus experiencias…un poco de lo que nos pasa a todas las mamis…no somos perfectas y hacemos lo que podemos y a veces un poquito mas…exitos! Y Dios bendiga tu famulia Cin!!!

    1. ¡Hola Ivi! Gracias 🙂
      Si, es cierto, nosotras las mamis intentamos hacer todo y más,
      A pesar del cansancio y de la falta de sueño 🙂
      ¡Dios bendiga tu vida y tu familia!
      ¡Saludos!
      Cintia

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